El que las noches se vuelvan cada vez más largas sólo puede significar una cosa, la entrada del otoño. Y en el hemisferio norte esto ocurre el 22 de septiembre.
La palabra equinoccio procede del latín y significa noche igual, lo que hace referencia al día y la noche de aproximadamente 12 horas cada uno y que tienen lugar solamente en los dos equinoccios del año, primavera y otoño.
Con la llegada del otoño venía el tiempo de la cosecha y algunas civilizaciones antiguas realizaban algunos rituales o festividades que tenían en común rendir tributo a la tierra.
En la cultura celta por ejemplo, celebraban el Haleg-Monath, lo que significa el Mes Sagrado, donde se ofrecían rituales a los árboles de los bosques.
En China, la fiesta conocida como Chung Chiu, marcaba el final de la cosecha de arroz y se asocia a la abundancia.
Para los judíos, el Succoth o Fiesta de las Cabañas o de los Tabernáculos, tiene origen bíblico y coincide con el equinoccio.
En la antigua Roma, se celebraban las Fiestas Dionisiacas para conmemorar la cosecha de la uva y se celebraba bebiendo vino del año anterior.
Uno de los rituales más famosos de la actualidad es el denominado Mabon, también conocida como la Fiesta de la Cosecha o el Día del Banquete por los practicantes del neopaganismo, que simboliza principalmente la abundancia y el equilibrio ya que consideran que la temporada otoñal es un tiempo para celebrar y agradecer la generosidad de la Tierra.
Los antiguos mayas de México, en Chichen Itzá, durante los equinoccios de otoño y primavera, dispusieron todo para que la pirámide dedicada a Kukulcán (o Quetzalcóatl) recreará la ilusión de una serpiente arrastrándose lentamente por la escalera norte, justo en el momento en el que el día y la noche tienen la misma duración.
Desde tiempos inmemoriales en el hemisferio norte durante el otoño se cosechó todo lo sembrado y los pueblos se preparaban para la acumulación de las cosas materiales que les permitía soportar el frío de los meses posteriores. Y si bien ahora no es necesaria esa acumulación gracias a los procesos de conservación de alimentos con los que contamos; en el plano espiritual es lo mismo, este tiempo es el indicado para cosechar lo sembrado durante el año.
Así que aquí te comparto unos rituales que puedes hacer para aprovechar la energía del equinoccio a tu favor.
- Puedes escoger algunas cosas que encuentres en tu alacena como frutos de la temporada y/o granos (arroz, lentejas, frijoles o lo que tengas) y conseguir algunas de las clásicas hojas marrones que los arboles dejan por todo lados. Coloca todo junto con un par de velas sobre una mesita como una especie de ofrenda de agradecimiento a la naturaleza. Agradece por todo lo material que hay en tu vida, porque tienes comida en tu mesa.
- Cosecha las cosas buenas que te sucedieron durante esa estación (deseos cumplidos, objetivos logrados, metas alcanzadas) escríbelas en un papel, agradécelas en presente (con el fin de que esta energía siga presente en tu vida) y quema el papel en el fuego de una vela (si es la de el pequeño altar que pusiste con los frutos y hojas, mejor).
- Como el otoño también representa equilibrio y transformación, otro de los rituales que puedes hacer es un balance de los logros conseguidos hasta el momento y eso que no pudiste lograr, reordena las prioridades y las necesidades y deja todo listo para que con la llegada del fin de año, tengas un panorama mucho más claro de hacia donde querrás transitar. El momento idóneo puede ser durante una meditación.
¡Que la energía del otoño te llene de Prosperidad!